miércoles, 22 de febrero de 2017

Sobre el buen trato y el mal trato...


¿Quién te enseñó a tratar bien a los demás?

Cuando hago esta pregunta me suele llegar del otro sorpresa, desconcierto y a veces curiosidad. Al momento capto perfectamente como la persona que tengo delante bucea en su historia personal buscando su respuesta. Normalmente concluye con algo parecido a “mi familia, mis padres, profesores, la religión o la sociedad”. En ocasiones se reduce la respuesta a señalar personas concretas “mi abuelo, mi madre,…”, sin duda figuras de referencia con quienes ha establecido un vínculo afectivo especial, sus anclajes de arraigo personal.

En nuestra sociedad es más que evidente la tendencia en mayúsculas a educar en base al otro, lo cual no excluye necesariamente por sí mismo otras posibilidades. Lo que flota en el ambiente desde que se inicia el proceso de socialización es la importancia de respetar al otro, colaborar con el otro, escucharlo, apoyarlo, compartir, atenderlo, ayudarlo, cuidarlo, respetar su espacio y su ritmo, cuidar las formas para evitar la ofensa, validarlo, impulsarlo,… Desde la niñez se refuerza el buen trato hacia los demás, se premia y se alaba. Si tu comportamiento es prosocial serás aceptado y valorado por la mayoría. Es una forma eficaz de conseguir reconocimiento social y de validarte a ti mismo.

La siguiente pregunta que hago es:

¿Quién te enseñó a tratarte bien?

Percibo el impacto que produce y normalmente se suceden unos segundos de silencio. Lo que suelo encontrar es respuestas del tipo “nadie… yo mismo”. ¿No te parece cuanto menos curioso?

La forma de relación con los demás y con uno mismo se aprende y es susceptible de "desaprenderse" o "reaprenderse". Es posible el cambio.

                                                                                                                FOTO: https://www.lamenteesmaravillosa.es

Para algunas personas tratarse bien puede entrar en conflicto con no tratar bien a los demás porque interpretan el establecimiento de límites en sus relaciones como un descuido del otro por su parte y no toleran esa imagen de sí mismos. A veces hay miedo a que el otro se vaya o deje de quererlo si uno dice NO o atiende en primer lugar sus propias necesidades o apetencias. Cuando alguien percibe como incompatible tratarse bien y tratar bien al otro en alguna circunstancia, vivencia un conflicto interior que gestionará de un modo u otro según su estructura de creencias y su repertorio conductual.

Otras personas creen a pies juntillas que tratarse bien es ser egoísta y por ende es reprochable. Hay quien no cree tener derecho a primarse o quien antepone las necesidades de los demás (sacrificándose a sí mismo) porque refuerza de este modo su propia imagen o encuentra de esta forma un modo de sentirse necesario y útil (“el otro me necesita”). Sería algo así como creerse imprescindible para la otra persona, encubriéndose normalmente de este modo miedos propios y lamentablemente devolviéndole al otro una imagen de sí mismo empañada por la visión de contemplarlo como incapaz ("estoy aquí para hacer por ti lo que tú no puedes hacer"). En ocasiones alguien puede no tratarse bien porque se castiga a sí mismo o purga su culpa y en otras uno puede llegar a perderse a sí mismo en el afán por cuidar o atender a la otra persona arrastrado por emociones como la pena del otro.

¿Quién te enseñó a escucharte independientemente de la influencia del entorno, a leer las señales que tu cuerpo te da, a hablarte de forma amable y respetuosa, a reconocer tus emociones, darles voz y espacio, a cuidarte en su extensión más amplia (cuerpo, mente y espíritu), a impulsarte o a creer en ti y en que eres “capaz de”?

¿Quién te enseñó a conectar con lo que te hace sentir más auténtico, a validarte día a día y experiencia tras experiencia, a permitirte ejercer cada uno de tus derechos (expresar lo que piensas y sientes, cambiar de opinión, ser escuchado, ser amado,…), a exigir un trato digno, a no permitir abusos o a establecer límites personales para salvaguardar tu bienestar?

RespetarTE supone reconocerte y reconocer tu dignidad, aceptarte con tus luces y tus sombras, identificar tus necesidades y atenderlas, validarte desde la flexibilidad y amarte.

Las relaciones sanas necesariamente implican el buen trato hacia uno mismo y hacia el otro, hacia la individualidad, hacia lo que eres con el otro y el otro es contigo.

Analizar cómo te tratas y averiguar qué creencias o miedos impiden que no te trates bien, cuándo se activan y cómo sería tu vida sin justo lo que te limita, supone tomar conciencia de lo que ES y disponer de un punto de partida que te lleve donde quieres realmente ir.

El camino del autoconocimiento y del crecimiento personal es propio e individual y por ello sólo uno mismo puede recorrerlo. 

lunes, 28 de noviembre de 2016

Nací con luz...




Nací con luz, con una esencia única que me identifica. Reconocerme y permitirme ser es el camino hacia la autorealización y la plenitud de mi existencia.

Crezco y tomo conciencia de mi fragilidad, la que me lleva a temer que me quiebre. En otros momentos la vida me sorprende viendo como la fortaleza que habita en mi interior me devuelve el traje de la seguridad y las gafas que me permitieron ver con claridad. 
Vivo y fluyo entre mares en calma y oleajes embravecidos que me devuelven a una orilla para que comience un nuevo viaje. Mis emociones mutan, me estiran y empujan para luego mecerme y acariciarme. 
Aquellos que rozaron mi alma y bailaron con ella me acompañan permanentemente, me prestan sus bastones y me invitan a sentir la tierra bajo mis pies. 
Mi mirada refleja donde estuve y donde estoy. Algunos de mis monstruos mueren y otros cambian de disfraz mientras mis púas se transforman y gano tiempo para reponer provisiones y prepararme para el próximo envite.
Mis arrugas son banderas de mis conquistas vitales y espejos donde se mira el tiempo. 
Me asusta y reconforta a la vez tomar conciencia de que me defino en la soledad de mi existencia y que llegué y partiré conmigo misma con el equipaje que suponga lo vivido y amado.


                                                                                                                       12 de mayo de 2016

domingo, 25 de septiembre de 2016

“CUANDO EL CAMBIO LLEGA Y NO PUEDO ESCAPAR DE ÉL”

Detente y echa un vistazo hacia atrás, a tu vida y concretamente a cómo has tendido a posicionarte ante las dificultades y los cambios. Es una forma sencilla de saber de ti.

La educación que hemos recibido, los contextos en los que nos hemos desarrollado, las experiencias vitales o el carácter pueden condicionar de algún modo la forma en que percibimos e interpretamos el mundo y cómo nos colocamos ante la adversidad, los desequilibrios o los desajustes propios de la existencia, esos momentos en los que te sientes desordenado o con tu mundo del revés.

El cambio y la transformación personal forman parte del crecimiento interior y estamos diseñados para abordarlos con eficacia. En ocasiones nosotros mismos nos boicoteamos y dificultamos el paso a otras etapas de nuestra vida y nos instalamos en dinámicas de sufrimiento.
A veces llega el cambio y no podemos escapar de él, no podemos escapar de la incomodidad.

Lo cierto es que tendemos a buscar la estabilidad y cuando algo la amenaza se activan las señales de alarma. Algunas personas se resisten a aceptar la ruptura del equilibrio y hacen caso omiso a los indicadores llegando a tener una vida insatisfactoria primando conservar lo que les es conocido a pesar de que no se sienten plenos. Otras personas actúan, se reajustan y se reinventan con relativa facilidad esforzándose por conseguir reconquistar su bienestar.

FOTO:http://leticiabrando.com/afrontando-los-cambios-2/



¿Qué influye en el modo en que afrontamos los posibles grandes cambios vitales?

1-Las creencias asociadas a la situación o, dicho de otro modo, los pensamientos de base relacionados con lo que te está sucediendo pueden invitarte a continuar o a detenerte y bloquearte. El grado de tolerancia hacia lo nuevo que sucede, lo que piensas sobre ti mismo y los otros, lo que “está bien” y lo que “está mal” según tus parámetros y los de tu entorno inmediato condicionan el modo en que conceptualizas lo que te está ocurriendo.

2-La percepción de control que tengas sobre la situación es importante porque en función de ella decides y actúas. Si consideras que algo depende de ti en gran parte harás por intervenir, mientras que si partes de que no puedes cambiar la situación tenderás a inmovilizarme y esperar.  La percepción es subjetiva y puede estar desajustada con la realidad por lo que analizarla puede dar la clave para ahorrar energías y emplearlas de forma eficaz.

3-El pensamiento rígido o flexible obstaculiza o facilita la generación de alternativas o “buenas soluciones”. Si tiendes a pensar que hay una única “forma de hacer” cuando ésta no sea viable o te genere malestar te resistirás a cambiarla, mientras que si tiendes a flexibilizar y tolerar otras opciones como posibles o válidas caminarás en otra dirección desde la serenidad y la aceptación.

4-El resultado del balance personal general que haces sobre lo que está ocurriendo depende de la percepción de pérdida y ganancia. En los momentos críticos eres consciente de que algo dejó de estar de un modo determinado si bien desconoces como restaurarás el equilibrio. Es importante dejar ir, soltar o liberar lo que fue para que puedas avanzar y construir algo nuevo, algo que encaje con lo que sientes profundamente en el aquí y ahora y que sea honesto contigo.

5-Las emociones asociadas a los procesos de cambio en las etapas iniciales suelen generar malestar, para poco a poco dejar paso a la convivencia de las emociones positivas y negativas de forma intercalada. De “todos los días “malos” pasas a tener algunos ratos de calma o cierto disfrute, justo cuando comienzas a visualizar ciertas ganancias de la transformación. Todo este proceso de incertidumbre está vinculado a las habilidades que tengas en la gestión emocional siendo el cambio un promotor del aprendizaje sobre ti mismo, tus estrategias de afrontamiento y la propia vida.

6-Los miedos a perder, a no ganar, a dañar, al rechazo, a no alcanzar tus objetivos, a perderte o a sufrir se pueden disparar y hacerse grandes. En ocasiones se hacen tan grandes que pueden llevarte a no ser justo contigo mismo y no asumir el riesgo intrínseco que conlleva ser auténtico y VIVIR.

7-El apoyo y el grado de aceptación que percibes puede influir en menor o mayor medida en la forma en que te posicionas ante lo que te ocurre. De ahí la importancia de rodearte de personas impulsoras que acolchen y amortigüen el impacto de la propia sensación de vértigo inicial y posterior desequilibrio.

8-Ante la adversidad o el desajuste puedes instalarte en el peligroso papel de víctima o en el de verdugo/juzgador. El primero se caracteriza por colocarte en una posición de padecimiento, vulnerabilidad, incapacidad  y negatividad. La responsabilidad se deposita en lo externo. Puedes sentir pena o lástima por ti mismo, no creer en tus capacidades o posibilidades o pensar que la vida te está castigando de algún modo o la mala suerte se ha cebado contigo. En el segundo, en el papel del verdugo, predomina una actitud excesivamente crítica contigo mismo o con los demás en la que te muestras intransigente y juzgador del bien y el mal impartiendo “justicia”, viendo el blanco o el negro únicamente y no considerando la gama de grises.

9-Conocer el proceso de cambio interior y transformación, sus fases o incluso haber salido airoso de procesos previos vividos proporciona cierta serenidad y facilita que las emociones fluctúen en intensidades moderadas evitando entrar en pánico.

10-Escucharte, conocerte y atender las señales propias y externas te invitan a conectar con tu fuerza interior y creer en la posibilidad de que fluir te acerca a  tu esencia personal.



Socialmente nos preparan para lo estable, lo normativo y el disfrute de la emoción positiva, pero lo cierto es que la inestabilidad, la diferencia y diversidad o el malestar es vivenciado por todas las personas. Generalmente aprendemos a gestionarnos en el devenir de la vida y descubrimos que ambas formas se entremezclan y conviven con nosotros. Periodos de calma y periodos de tempestad, ambos necesarios para valorar uno y otro, para crecer, para ser y estar de un modo de genuino. 

FOTO: http://www.cambiandoelrumbo.com/index.php/herramientas-para-el-cambio/

domingo, 17 de enero de 2016

¿Quién te enseñó a creer en ti mismo?: La importancia de rescatarte y reconquistar tu territorio personal


Si preguntamos a los niños qué quieren hacer con sus vidas, a qué quieren dedicarse profesionalmente o cómo se imaginan siendo más mayores, la gran mayoría nos contesta con ojos chispeantes rebosando ilusión y nos cuenta algunos de sus sueños para el mañana sintiéndose absolutamente capaces de conseguirlo, confiando en sus posibilidades de lograrlo y mostrándose seguros de sí mismos. Si les planteamos posibles obstáculos que puedan encontrarse se orientan a resolverlos de forma creativa identificándolos como salvables. Creen firmemente que su vida es suya y pueden conseguir lo que se propongan si se esfuerzan por ello. No limitan sus posibilidades y viven el presente con intensidad. Parece que la tendencia es verse a sí mismos como pilotos de su propia vida, como alguien que tiene capacidad de acción, decide, disfruta y avanza hacia su meta.

Piensa por unos minutos ¿QUIÉN TE ENSEÑÓ A CREER EN TI MISMO?. Quizás hubo alguien que te enseñó que en tu interior hay una gran reserva insospechada de fortaleza que emerge cada vez que crees que no puedes más,  tal vez tu esfuerzo dio sus frutos y sentiste la satisfacción personal de conquistar un objetivo muy deseado (¡lo lograste!), puede que hayas aprendido a escucharte y descifrarte, a seguir tu intuición y tu pasión, o a lo mejor alguien te hizo ver que cuando uno aparentemente no gana realmente aprende, por lo que las crisis, las piedras del camino o incluso las pérdidas son maravillosas oportunidades de crecimiento y autoconocimiento.


                                                                                                                            ILUSTRACIÓN: Eva Armisén


Lo cierto es que muchos de esos niños que todos fuimos en algún momento comienzan a anticipar ineficazmente consecuencias, adquieren miedos  irracionales que condicionan sus vidas, negocian con su libertad, dan más valor a la mirada del otro que a la propia, sienten que ya no tienen margen de maniobra para decidir autónomamente o pasan a conceptualizan el cambio como una catástrofe de efectos insospechados tendiendo a instalarse en la rutina y la relativa comodidad de la zona de confort vital.

Hemos creado una sociedad estática instalada en el ruido, en la que se valora el riesgo cero, en la que la artificialidad y lo homogéneo prevalece frente a lo auténtico y lo diverso, donde los días suelen ser tan parecidos que cuesta VIVIR en el anodino presente, carente de interés e  insustancial demasiadas veces. Nos preparamos para lo que llegará, soñamos con el día de mañana o esperamos las circunstancias adecuadas para generar un cambio. Pisamos asfalto, nos cercan edificios, vemos ficción, dejamos de intentarlo porque perdimos la confianza en lo posible, nos disfrazamos para dar nuestra mejor versión sin sentirla, estamos rodeados de gente que realmente no conocemos y mantenemos demasiadas conversaciones vacías en las que estamos desconectados. 


¿QUÉ HUBO DE AUTÉNTICO EN TU DÍA?

La evolución de la especie ha supuesto una involución en áreas esenciales, al menos las propias del ser, del espíritu individual. Comienza a ser sorprendente y excepcional que alguien valore y se sienta en armonía con el entorno natural, que la experiencia de un anciano sea considerada como referencia o que la esencia de las personas entre en comunión en sus relaciones.


¿En qué momento uno deja de creer en sí mismo, en sus potencialidades o en sus fortalezas?, ¿Cuándo uno llega a perderse a sí mismo al hacer grandes concesiones y renuncias descompensadas?, ¿Qué ha aprendido alguien que siente miedo a SER, a mostrarse tal y como es?, ¿Cómo la fuerza interior de la infancia deja paso a las inseguridades de la adultez?,...


Cada día decidimos infinidad de veces, tomamos decisiones continuamente. Con quién te relacionas, lo que expresas, dónde te diriges, las palabras con las que te comunicas contigo mismo, en qué dedicas tu tiempo, en qué se transforma tu energía o qué límites estableces en tus relaciones.


¿ES POSIBLE RESCATARTE Y RECONQUISTAR TU TERRITORIO PERSONAL? 

¡LO ES!


.TU ACTITUD ante la calma y la adversidad es un condicionante de la vivencia que experimentas

.El autoconocimiento de tus fortalezas y limitaciones te permite llegar a la aceptación y eliminar frustraciones y auto-desgastes

.La seguridad personal y creer en ti mismo te resitúa en el mapa de tu vida asumiendo el control, VIVIENDO

.El desarrollo de tu potencial te permite ser más tú, más auténtico día a día, liberándote de cadenas invisibles y monstruos imaginarios

.Permitirte fluir y gestionar adecuadamente la incertidumbre te recuerda que el presente es lo único en lo que puedes “accionar” y ser

.Respetarte a ti mismo, tu esencia y tu dignidad, recoloca al otro y bloquea sus interferencias





                                                                             ILUSTRACIÓN: estamalperosepuedempeorar



                                                                              ¡ES POSIBLE!



viernes, 16 de octubre de 2015

La conquista de la ACEPTACIÓN, sus tareas y resistencias


Si mentalmente te detienes por unos minutos e intentas analizar muy a groso modo cómo ha sido tu vida hasta este mismo instante encontrarás altos y bajos en el camino, etapas que recuerdas especialmente dulces y otras marcadas por acontecimientos o circunstancias que te han desestabilizado. Probablemente detectas situaciones o hechos vitales muy importantes que han condicionado tu crecimiento y desarrollo vital, algunos los valorarás de forma positiva y otros claramente de forma más negativa. En cualquier caso haber vivido cada uno de ellos te ha permitido llegar a ser tal y como eres en este preciso momento.


La aceptación de tu realidad, de quien eres, de lo vivido e incluso de lo no vivido pero a su vez especialmente deseado, es una conquista que te permite seguir avanzando y liberarte de miedos y emociones negativas que muchas veces dificultan e impiden que vivas de forma plena tu vida.

En ocasiones, de forma involuntaria y automática, puedes llegar a poner en marcha mecanismos de resistencia para afrontar una realidad que no te gusta y que no deseas conocer en un intento de “sobrevivir” a una circunstancia que amenazaría tu sistema de creencias, la imagen que tienes de ti mismo o de los demás o tu propio equilibrio personal. Algunas de las estrategias  que empleamos para protegernos frente a lo desagradable son:


-Minimizar los efectos que se están produciendo: “no es para tanto”, “ha ocurrido muy pocas veces”,…

-Normalizar la situación y los efectos adversos: “le pasa a mucha gente”, “esto es bastante normal en esta sociedad”,…

-Justificar la conducta: “no tiene importancia porque en el fondo lo hace porque me quiere”, “estaba muy nerviosa, no pasa nada”, “con la situación personal tan complicada que hay es lógico”,…

-Disociar/separar/dividir la realidad y atender únicamente a la parte que encaja con tus expectativas o lo que a ti te gustaría (auto-engaño): “él me quiere porque me lo ha dicho y pasamos una tarde estupenda”- “pero, vi que te empujó y te insultó cuando ibais hacia el coche”- “ah! No, sólo fue un malentendido! Estamos muy bien, estuvo muy cariñoso esa tarde”.

-Negar la realidad o parte de ella, postergando el impacto que tendría asumir lo real. 
Puede haber un rechazo total a admitir lo que está ocurriendo  llegando a negarte a escuchar algo que no quieres:  “mi familia SIEMPRE está cuando la necesito”, “mis hijos son PERFECTOS”, “mi vida es PERFECTA”, “voy a conseguir TODO lo que me proponga”, “mis padres SIEMPRE saben qué es lo mejor para mi”, …

-Esfuerzos constantes y persistentes por intentar cambiar tu realidad o la de otra persona asumiendo que tienes control sobre ella y puedes conseguirlo. Esta estrategia de resistencia supone un gran desgaste personal, genera sentimientos de frustración cuando no consigues lo que quieres e impide que tu esfuerzo se dirija hacia aquello que sí depende de ti.

-Distorsionar/disfrazar la realidad, fantaseando o creando una ilusión paralela en la que exageras tus cualidades o las de los demás.

-Negociar con la realidad: Parte del pensamiento mágico y más primitivo, implica buscar una solución desde la desesperación en muchas ocasiones y supone defenderte para evitar aquello que no aceptas. “Vamos a pactar, yo haré un esfuerzo con esto y esta situación mejorará”

-Ironizar, utilizar el humor o el sarcasmo de forma exagerada o desmesurada para desdramatizar y aliviar el malestar sin permitirte mostrar tu vulnerabilidad.


                                                                         FOTO: google imágenes


En el proceso hacia la aceptación puedes llegar a sentir enfado, angustia emocional, rabia, culpa o ira hacia ti mismo o hacia los demás (“no es justo”, “¿por qué me sucede esto a mi?”, “yo podría haber hecho algo”,…) o en otra fase del camino experimentar dolor emocional y una profunda tristeza (“no sirve de nada que haga algo”, “ no tiene sentido la vida”,…). Se trata de avanzar pasando por diferentes fases que te lleven a la aceptación sin experimentar emociones intensas desagradables que te bloqueen y alejen de la realidad.

Lindenmann , Brown y Schulz plantearon una secuencia resumen de las fases más importantes para la elaboración del duelo y partiendo de su aportación considero que se desprenden básicamente cuatro tareas que componen el proceso hacia la aceptación.

-1-Ver,  admitir y tomar conciencia de la realidad tal y como es y de las
 consecuencias de ésta que hay en ti y en los demás
-2-Experimentar la realidad
-3-Sentir el dolor y todas las emociones, permitiendo que fluyan
 canalizándolas adecuadamente.
-4-Nueva adaptación a la realidad (readaptación) tras asumir lo
inevitable y decidir conscientemente tu nueva postura ante ésta.


Así pues, la aceptación se conquista cuando has elaborado la perdida de aquello que no fue, no es o de lo que no será, cuando admites que lo que deseabas o quisieras no es posible y no puedes cambiarlo por ti mismo. Hay un cambio de visión de la situación y una orientación hacia el presente y el futuro permitiendo la transformación de ti mismo o de tu vida.


Cuando aceptas, asumes sin oposición la imperfección, las limitaciones propias o de los otros, las carencias y lo inevitable. Es entonces cuando lo que piensas, verbalizas y sientes tiene una mayor correspondencia y puedes gestionar saludablemente tus emociones, predominando la serenidad y la satisfacción personal por haber conseguido integrar en tu vida lo vivido, reorganizarte interiormente y poder reorientarte de nuevo con un mayor sentimiento de autenticidad. Predominan pensamientos del tipo “esto no depende de mí”, "es lo que hay", "no puedo cambiarlo", “pasará”, “no puedo luchar contra esto pero sí puedo prepararme para afrontarlo de la mejor manera posible”, “siento que he crecido con esta experiencia”,…


Muchos problemas emocionales y desajustes vitales se asientan en la no aceptación pudiendo llegar a quedarse uno instalado durante más tiempo del esperado en alguna de sus fases. Otros pueden derivarse a su vez de haber decidido conformarse aceptando como válido en la vida algo que globalmente no se desea pero que en cambio ofrece una ganancia asociada secundaria, o que incluso dependiendo de uno para cambiarse acaba no considerándose por el gran esfuerzo que cree que supondría hacerlo o por la valoración de escasa probabilidad de conseguir ese cambio. Supondría entonces conformarse porque se valora que costaría mucho alcanzar lo que realmente se desea, se cree que no se conseguiría o compensa por otro lado dejar las cosas como están. En cualquier caso, no asumir de modo consciente la realidad y sus consecuencias asociadas supone no disponer de la base necesaria para poder decidir en consecuencia la postura que uno quiere adoptar al respecto, implicando una probable pérdida de identidad y de autenticidad.


Es muy importante, por tanto, que cuando algo te genere malestar te detengas, analices lo que está ocurriendo y honestamente valores si depende de ti cambiarlo. En caso de que no seas un agente con posibilidad de transformar esa realidad te encontrarás ante un proceso de aceptación de la misma y con una oportunidad de crecimiento y autoconocimiento personal. Si en cambio determinas que sí puedes actuar y cambiar lo que no deseas es el momento de diseñar un plan de acción para conseguir tus objetivos, motivarte y asumir el control y la responsabilidad de luchar por lo que quieres en tu vida permitiéndote sentir satisfecho contigo mismo.





Fuentes consultadas:
.Modelo Kübler-Ross: Kubler-Ross, E.: On death and dying. Nueva York: Routledge, 1973
.Modelo Lindenmann , Brown y  Schulz: 
            https://es.wikipedia.org/wiki/Duelo_(psicolog%C3%ADa)
.http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2007471914703783

domingo, 28 de junio de 2015

Cuando me siento desbordado y de pronto CONECTO


En ocasiones las circunstancias, y especialmente la percepción e interpretación que hacemos de lo que nos rodea, sobrepasan nuestros recursos personales de afrontamiento. Es entonces cuando nos sentimos desbordados, invadidos por la emoción y con baja sensación de control sobre la situación. En estos casos disminuye la fluidez y claridad de nuestro pensamiento, nos sentimos confusos, baja la concentración y la atención, nos cuesta distraernos, aparecen  ideas recurrentes sobre lo que nos preocupa que nos cuesta dejar a un lado, estamos más inactivos, baja nuestro nivel habitual de energía y puede alterarse el apetito, la digestión o el sueño. Emocionalmente en estos casos solemos encontrarnos hipersensibles, tristes o irritables, tendemos a aislarnos, disminuye la capacidad de disfrute y  perdemos interés por actividades que solían gustarnos.

Sin duda necesitamos un tiempo para reubicarnos, analizar qué está sucediendo, qué podemos hacer, asimilar la realidad, aceptarla y orientarnos hacia la toma de  decisiones al respecto.

        -  ¿Cuánto tiempo? Depende.

       - ¿De qué depende? De lo que haya dado lugar al desajuste que percibimos, de nosotros mismos, de nuestras habilidades y capacidades, de nuestros apoyos,.., y de lo que hacemos día a día para gestionar la situación, NUESTROS PENSAMIENTOS Y NUESTRA CONDUCTA.



                                                                      FOTO: http://tedeletras.blogspot.com.es/2010_05_01_archive.html


Sabemos que ante una misma situación la vivencia de las personas varía según ciertos rasgos que presenten, si tienden al optimismo o no, si son personas seguras de sí mismas, si presentan una autoestima ajustada, si son más o menos resolutivas, si disponen de una adecuada capacidad de análisis, si son empáticas o si disponen de recursos alternativos de gestión emocional por ejemplo.

En cualquier caso, en mayor o en menor medida, todos vivimos momentos de incertidumbre, de desajustes vitales o de “incomodidad emocional” y por ello es importante tomar perspectiva, intentar distanciarnos en la medida de lo posible para recuperar cierta objetividad dentro de la subjetividad y tomar conciencia de LO RELATIVO. Precisamente se trata de darnos cuenta de que lo que nos está sucediendo no es la único que nos está sucediendo en la vida, que seguimos siendo afortunados por otras muchas cosas y que somos mucho más que aquello que nos preocupa y consume. 

Conectar con lo que soy en su sentido más amplio, con lo que me hace sentir más yo mismo, con mi autenticidad, con mi lado más íntimo y personal, con lo que me gusta y con lo que no me gusta tanto, es sencillo y tremendamente complicado a la vez sin duda. Se trata de conectar con uno mismo, con nuestros sentidos, con lo que sucede mientras me aíslo  y tomar conciencia de que formo parte de algo grandioso que es la vida en constante movimiento porque de este modo puedo comenzar a ver y observar con mayor perspectiva.


            FOTO: google imágenes

Cada persona tiene su propia “forma de conectar” y a medida que vive  y experimenta va modificándola, reemplazando formas obsoletas o incorporando otras nuevas.  


                                                                                                     FOTO:https://djxhemary.wordpress.com/



Hoy os invito a poneros a prueba... ¿De qué modo CONECTAS tú?




Te miras al espejo, te detienes en tu mirada… y conectas.

Sales a pasear, observas el entorno, te fijas en las sensaciones que tu cuerpo te transmite al entrar en contacto con el aire, el sol o la lluvia… y conectas

Caminas  y centras tu atención en la media y larga distancia que alcanzas a ver y de pronto tomas conciencia del techo visual, del color del cielo y sus nubes, de la luna o de las estrellas… y conectas.

Ese momento en el que crees que no puedes continuar pero te esfuerzas un poco más concentrado en tu afán de superación… y conectas

Escuchas esa canción en ese momento… y conectas

Alguien pronuncia esas palabras que de pronto encienden la luz cuando estás a oscuras… y conectas

Detectas en otros un instante de ternura, humanidad o dolor, se eriza tu piel… y conectas

Te encuentras ante la inmensidad de lo natural, en lo alto de la montaña, a la orilla del mar o ante el silencio urbano… y conectas

Echas de menos, tomas conciencia de las ausencias, adviertes tu fragilidad… y conectas

Te permites experimentar algo nuevo y distinto, sientes que arriesgas… y conectas

Te sientes frustrado, incómodo o impotente… y conectas

Algo ha cambiado en ti, no sientes del mismo modo, no encajas en el mismo lugar… y conectas

Te rozan, permites el contacto de otra piel, fijas tu atención… y conectas

Saboreas, cierras los ojos, quieres apresar esa sensación… y conectas

Percibes el olor, recuerdas a esa persona, aquel momento o  aquel lugar… y conectas

Llueve, te empapas, entras al mar caminando, te sumerges,… y conectas

Frente a  ti y tras de ti ese lugar en el que tomas conciencia de la magnitud de la existencia… y conectas

Junto a otro, junto a otros,  sientes que formas parte de algo único, tremendamente valioso, especial, desconcertadamente completo… y conectas

Mueves tu cuerpo de forma espontánea, se expresa libremente… y conectas

Quitas tus zapatos, la planta de tus pies entra en contacto con la arena, la tierra, la piedra, el césped… y conectas

Ríes desde las entrañas, sientes la necesidad de dejarte llevar, te gusta … y conectas

Te mimetizas con la historia de ese libro que te cautiva, juegas a fantasear con ser quien no eres… y conectas

Viajas, anhelas tus rutinas, descubres nuevos horizontes… y conectas

Sientes indignación, algo se remueve en tu interior, vas a dar un paso en una nueva dirección… y conectas

Tomas conciencia de tus contradicciones, las aceptas… y conectas

Duele, creces… y conectas